La inmigración, un tema históricamente polarizador en los Estados Unidos, ha estado experimentando fluctuaciones dramáticas en la percepción pública, revelando un baile constante entre la retórica política, la realidad práctica y el estado de ánimo de la opinión pública. Los datos de investigación de Gallup muestran que, desde principios de la década de 2000, el apoyo a la expansión de la inmigración había crecido, hasta 2021, hubo un salto hacia la restricción, destacando el impacto del discurso conservador en la sociedad americana.
Donald Trump capitalizó este sentimiento efectivamente durante la campaña de 2024. Su retórica dura y xenófoba ganó popularidad, incluidas regiones con una fuerte presencia de inmigrantes latinos, como el Valle de Río Grande. Sin embargo, el entusiasmo inicial ha dado paso a la decepción: investigaciones recientes muestran una caída significativa en el apoyo de inmigración de Trump, incluidos los latinos, un indicativo de ese discurso, cuando se pone en práctica, no siempre se resiste a la realidad.
Si bien la publicidad conservadora sobre la inmigración ha demostrado ser poderosa a lo largo de los años, especialmente con el debilitamiento del periodismo tradicional, la ejecución de las políticas en el gobierno de Trump ha revelado excesos y abuso, generando una reacción negativa. Los casos de deportaciones sin el debido proceso de derecho y medidas autoritarias llamaron la atención y causaron rechazo. Esto revela una brecha: muchos partidarios de la retórica dura no esperaban medidas tan extremas, ni el costo humano y moral de estas políticas, según un artículo publicado por The American Prospect.
En el lado democrático, el panorama está marcado por la duda. Los presidentes Obama y Biden intentaron equilibrar la represión y la bienvenida, incapaces de articular una defensa consistente de la inmigración como valor nacional. La ausencia de una fuerte narrativa pro inmigrante dejó el campo abierto para que los republicanos dieran forma al debate público, mientras que la burocracia kafkiana del sistema de inmigración continuó frustrando a aquellos que intentan seguir las reglas, dice el artículo.
Aún así, según la publicación, hay una oportunidad en este impasse. El desgaste de la retórica extremista, junto con la falta de comprensión pública del funcionamiento real del sistema de inmigración, lento, costoso y deshumanizante, puede dejar espacio para un giro narrativo. La historia muestra que Estados Unidos siempre ha podido integrar con éxito nuevos inmigrantes, y que el miedo al otro, a menudo alimentado artificialmente, no es apoyado por la vida cotidiana.
Si los demócratas abandonan el miedo a la investigación y asumen una posición más firme y pedagógica a favor de la inmigración, como lo hicieron los republicanos al insistir en su propia agenda, no solo pueden cambiar la opinión pública sino también revertir el ciclo del miedo y la información errónea. El apoyo a las deportaciones masivas se derrumbó cuando su brutalidad se hizo visible. Esta es quizás la señal de que es hora de ajustar el mensaje al viento del día, simplemente liderando.