El fin de semana estuvo marcado por la agitación en el Cuerpo Diplomático de los Estados Unidos después de la circulación de un presunto borrador ejecutivo que preveía una reestructuración drástica del Departamento de Estado. La propuesta, aunque oficialmente rechazada como falsa por el secretario Marco Rubio, causó pánico y especulación entre los diplomáticos, al señalar cortes profundos y un rediseño radical de la diplomacia estadounidense.
Obtenido por Politico, el documento no identificado, que propuso la extinción de los departamentos enteros, como los asuntos africanos y la democracia y los derechos humanos, y sugiere el cierre de los consulados en África Subraharia y la reducción de la presencia en Canadá causaron perplejidad entre los empleados de la cartera. Aunque no sigue el formato estándar de las órdenes ejecutivas y contiene inconsistencias legales y logísticas, su mera circulación fue suficiente para iluminar un signo de alerta generalizado.
El episodio destaca el clima de desconfianza e inseguridad que impregna el Departamento de Estado ya que el gobierno de Trump ha anunciado su intención de reducir la máquina del gobierno en nombre de la "eficiencia". La promesa de recortes presupuestarios de casi el 50% en el presupuesto de la carpeta y la USAID, así como otras propuestas de reformulación ya tomadas al Congreso, da lastre a las preocupaciones de los servidores, incluso frente a la negación oficial del borrador del contenido.
Más que un debate técnico sobre la organización institucional, el episodio abre un choque político sobre el papel de los Estados Unidos en el mundo. La propuesta, incluso si no es oficial, para centralizar las decisiones sobre África en la Casa Blanca y deshabilitar representaciones diplomáticas, agregada a la eliminación de áreas estratégicas como los derechos humanos y la estabilización de conflictos, sugiere una visión de política exterior más concentrada y menos institucionalizada y menos centrada en promover valores democráticos.
Aunque el documento no representa un plan
definitivo, actúa como un reflejo del momento de transición turbulenta
experimentada por el Departamento de Estado, dividido entre rumores, reformas
mal comunicadas y una base diplomática inquieta con el posible desmantelamiento
de su acción global. La expectativa ahora recae en los anuncios oficiales
prometidos para los próximos días, que pueden confirmar o negar los temores
expuestos por este enigmático e inquietante borrador.